Vivir en este rincón al sureste de Senegal te ofrece experiencias de ésas que se recuerdan toda la vida. Una de las maravillas de este paraje son las noches de la sabana, con su cielo plagado de estrellas, su quietud y su catálogo de sonidos, muchas veces inquietantes.
Basta con alejarte unos pocos metros de las últimas casas de cualquiera de los pueblos de la Reserva Natural Comunitaria de Dindéfélo recién caída la noche -siempre provisto de una buena linterna que te impida tropezar con alguna pequeña fiera inesperada- para sumergirte en esta oscuridad llena de vida. No es raro que en tus primeros pasos encuentres unos brillantes puntos naranjas sobre los árboles que súbitamente cambiarán de lugar. Tras el primer susto, y cuando tus ojos se habitúen a escudriñar la oscuridad, descubrirás que se trata de los ojos de un gálago de Senegal (Galago senegalensis), un pequeño primate nocturno que se distribuye ampliamente desde el norte de Senegal hasta el sur de Tanzania.
Si te quedas quieto unos minutos, es probable que el gálago continúe con la actividad que realizaba antes de tu llegada. Podrás, entonces, disfrutar de una exhibición de saltos de rama en rama de los árboles que te rodean. Es rápido, quizás solo percibas la estela de sus ojos o la larga cola que se balancea para estabilizar al animal durante el salto. Y es que el desplazamiento de los gálagos, tanto sobre los árboles como por el suelo, es todo un espectáculo. Utilizan sus piernas como resortes que convierten la fuerza del impacto de la caída en nueva fuerza de propulsión para llegar a alcanzar hasta 6 metros de longitud con un único salto.
Aquí en Senegal, es más probable que los encuentres en sabanas arbóreas, donde, gracias a su agilidad, cazan insectos para su alimentación, que completan con frutos y resinas o exudados de árboles como las acacias. Si acaso tienes la oportunidad de pasearte durante las noches de julio o agosto, podrás ver los gálagos sobre los baobabs (Adansonia digitata), alimentándose de sus flores. Al hacerlo no dañan la posterior formación del fruto y, además, ayudan a su polinización. En la oscura noche observarás los dos brillantes ojos naranjas moviéndose bruscamente por todas las ramas de este majestuoso árbol de caprichosas formas. Esta imagen, que produce un sentimiento a medio camino entre el asombro y la turbación, no ha hecho más que alimentar durante largo tiempo las ancestrales leyendas africanas que relatan que los baobabs son la morada de los espíritus.
Sin embargo, estos diablillos no te darían ningún miedo si los vieses a la luz del día, pues se trata de pequeños animales de no más de 17cm con una cola de unos 25cm, cabeza redondeada y pelaje grisáceo en el dorso y de color crema en el vientre. Los grandes ojos están rodeados por círculos oscuros y la superficie interior de las amplias orejas es de color rosa. Además, entre los ojos y sobre la nariz presenta una línea característica de pelo blanco.
En libertad no podrás verlos de este modo, puesto que al amanecer se resguardan del sol en huecos de árboles, donde construyen nidos con hojas y duermen en pequeños grupos y, al mismo tiempo, se refugian de los depredadores. No obstante, ésta no es su única estrategia de protección pues, cuando se sienten amenazados o quieren prevenir de un peligro a otros congéneres, emiten unas vocalizaciones cortas, agudas y repetitivas, similares al sonido que hacen los patitos de goma con los que juegan los niños, y que pueden oírse a una distancia considerable. Asimismo, tienen un amplio repertorio de vocalizaciones con las que comunican de manera específica otras informaciones: localización, agresión, cortejo, ansiedad… Los chimpancés forman parte de los depredadores de los gálagos. En alguna zonas del sur de Senegal los cazan introduciendo lanzas que afilan con los dientes en los huecos donde los minúsculos primates duermen durante el día.
Protegerse frente a los depredadores no es el único reto para la supervivencia del gálago de Senegal. Dado que habita en zonas áridas como la sabana de África Occidental, ha desarrollado una adaptación estructural en sus riñones que le permite ahorrar agua durante los 4 ó 5 meses que dura la estación seca. Además, se encuentra localmente amenazado por la pérdida de hábitat causada por la deforestación para la creación de nuevos campos de cultivo y para la obtención de madera. A pesar de esto, su estatus según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) es únicamente “preocupación menor”.